
Y esto no sólo es un triunfo del Bobesponjismo sobre el Mcdonildsmo, también es un triunfo de los filósofos del devenir sobre los de la quietud. Si ya lo decían Heráclito y Nietzsche, que lo natural es cambiar, envejecer, fluir... aunque sea hacia la putrefacción. ¡Anda que no hemos visto pudrirse burguer-cangre-burguers!